Los Chávez son los nuevos ricos
Elena, la madre, jefa del clan, es la ostentación en persona. Con sus cirugías estéticas y sus diamantes, se ha transformado. El padre es gobernador. Un hermano, ministro. Otro, terrateniente... Así es la “familia real” de Hugo Chávez que controla Venezuela
Por Jaime López/El Mundo
domingo@laprensa.com.ni
La capital de Barinas es una ciudad de contrastes. Salvo por dos McDonald’s y un flamante centro comercial, sus calles se detuvieron en algún momento del siglo pasado, cuando los llaneros recorrían el campo a caballo y la carne se asaba en varas de madera. El número de evangélicos supera al de católicos en esta tierra salpicada de mitos y leyendas, que se proclama “primera zona liberada” por la revolución bolivariana. Allí la familia de Hugo Chávez maneja este Estado ganadero del tamaño de Suiza como si fuera su hacienda. Se les conoce como la “familia real” de Barinas. La genealogía del presidente coge savia de sangre azul en este Estado noroccidental de Venezuela. La genealogía del presidente no tiene allí nadie que les diga: “¿Por qué no te callas?”
Crónica ha recorrido la región acaudillada por la familia real de Hugo Chávez. Su padre, Hugo de los Reyes Chávez, es el gobernador del Estado de Barinas desde hace 10 años. Su madre, Elena de Frías, es presidenta del Instituto del Niño. Su hermano mayor, Adán, es Ministro de Educación. Otro hermano, Argenis, posee vastas extensiones en el feudo y es el secretario de Estado de Barinas (su único homólogo en el mundo es Condoleezza Rice). Adelis es el capo de las finanzas del Estado. Narciso, el siguiente hermano, tuvo que ser deportado embajador por tráfico de influencias. Aníbal, el menor de los vástagos de la dinastía, es alcalde en la localidad natal del presidente, Sabaneta... El primo Asdrúbal es vicepresidente de Petróleos de Venezuela. El sobrino Cléver es el director de programas sociales del Estado. Nada se mueve en Barinas sin que la máquina registradora de los Chávez haga girar la rueda de su fortuna. Y de su poder.
Paradójicamente, este Estado, dedicado a la cría de reses –principalmente búfala– y al cultivo de tabaco, yuca y café, fue uno de los epicentros de la revolución agraria impulsada por Chávez tras su llegada al poder el 2 de febrero de 1999. De las 2.3 millones de hectáreas expropiadas en Venezuela desde la promulgación en 2002 de la Ley de Tierras, 400 mil lo fueron en Barinas. Entonces, el 5 por ciento de la población poseía el 80 por ciento de las grandes extensiones productivas del país. Un desajuste social que el Gobierno venezolano intentaba subsanar, primero como modelo experimental en Barinas, la “primera zona liberada” por la revolución bolivariana.
El gobernador Hugo de los Reyes Chávez era un humilde profesor rural de primaria, que se enamoró de Elena, su mujer, cuando tenían 19 y 16 años, respectivamente. Vivía en una modesta finca que compró con su jubilación hasta que Hugo Chávez le convenció de que podía ser la máxima autoridad regional de su Estado natal. En 1998, aupado sobre la popularidad de su vástago, fue elegido gobernador.
Su primer infarto cardiovascular le obligó a delegar funciones. Viajó a Cuba para recuperarse y regresó con un médico isleño que le acompaña a todos lados. La mayor parte del tiempo vive refugiado en La Chavera, la estancia familiar situada en una margen del río El Pagüey, que compró al abandonar las aulas. Con el paso de los años, esta modesta chacra de 30 hectáreas pasó a tener más de 600, a salvo, por supuesto, de las agresivas expropiaciones del Gobierno de su hijo.
Elena de Frías, la madre, es presidenta del Instituto del Niño. Es una mujer del campo, simpática, pero de temperamento agresivo y fuerte. “El padre no habla. Es un hombre noble, sencillo, que todavía mantiene sus costumbres. Pero la mamá es el demonio convertido en mujer. Es mal hablada, suelta groserías e insulta a cualquiera... Se siente orgullosa de que Hugo sea igualito a ella”, explica Rafael Simón Jiménez, compañero de Hugo Chávez en el liceo O’Leary, y que formó parte del movimiento bolivariano durante los primeros años de revolución.
Elena es la ostentación en persona. Su aspecto ha cambiado mucho desde que fue fotografiada por primera vez en 1992, cuando visitó a Hugo Chávez en la cárcel por comandar un golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez. Llevaba un humilde vestido negro con flores estampadas por debajo de las rodillas, típico de las mujeres llaneras que trabajan el campo.
Ahora luce cinco anillos de oro, diamantes y piedras preciosas, peinado de steticiène y exclusivos vestidos. Va de compras a Nueva York y su complemento favorito son las gafas. Grandes. De Versace, de Calvin Klein, de Dolce&Gabana... Siempre a la moda. También se ha hecho una buena cantidad de cirugías y lifting faciales. En 2004, su cirujano plástico, Bruno Pacillo, acudió a la Asamblea Nacional para denunciar que estaba siendo hostigado por grupos opositores por operar a la madre del mandatario nacional. Eso da idea del personaje.
Elena es aficionada a las plantas. Y tiene loros, a los que les han enseñado a gritar: “¡Chávez! ¡Chávez!” Aunque su animal favorito es Coqui, una perrita de la elitista raza puzzle a la que a veces pasea, imitando a Paris Hilton, asomando su cabecita canina por la boca de su bolso. “Esa familia es un matriarcado. Ella es la que lleva los pantalones”, resumen vecinos, amigos de la infancia y compañeros políticos de los Chávez.
Elena Frías tuvo a su primer hijo (Adán) a los 18 años. Y un año y tres meses después a Hugo. Eran tiempos difíciles. Trabajaba como ecónoma, encargada de comprar alimentos para escuelas estatales.
Durante el golpe de abril de 2002 contra Hugo Chávez vivió uno de los momentos más dramáticos de su vida: “Yo estaba llorando, pidiéndole a Dios que me diera un infarto”.
En la ciudad de Barinas, la entonces modesta familia Chávez vivía en una casa subvencionada, en el barrio Rodríguez Domínguez, avenida Carabobo, construida para familias pobres por el ex presidente Raúl Leoni (1964-1969). Esa generación de políticos de la IV República a los que tanto critica el líder bolivariano. Sin embargo, era mucho más digna que su casa natal, en la aldea de Sabaneta –a 40 kilómetros de la capital estatal–, donde los Chávez habitaban en una precaria choza de techo de caña, reconvertida en un museo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en la actualidad.
“Eran una familia muy humilde, demasiado humilde”, explicó a Crónica Antonio Bastidas, vecino de los Chávez en el barrio Rodríguez Domínguez, mientras señalaba el parque donde jugaban de pequeños a las chapas y al beisbol.
Adán y Hugo fueron enviados a Barinas cuando niños para ser criados por Rosa, su abuela paterna. Años más tarde, los padres se trasladaron a la capital para que sus cuatro hijos pequeños pudieran estudiar la secundaria.
Adán Chávez significa para Hugo lo mismo que Raúl para Fidel Castro. Será el sucesor cuando el dedo del líder bolivariano designe “un nuevo pintor de ese cuadro inacabado” que es la revolución socialista. Fue el mentor ideológico de su hermano. “A Hugo no le gustaba la política. El, desde los 12 años, tenía dos pasiones: el béisbol y ser militar. Adán era el interesado en política y cargaba siempre libros de Marx, Lenin, y el Che Guevara”.
Actualmente, Adán es Ministro de Educación. Fue embajador de Venezuela en La Habana, donde conoció a Fidel. También fue presidente del Instituto de Tierras, y Ministro de la Presidencia hasta finales de 2006. Es una de las personas más cercanas al presidente y uno de sus principales confidentes.
El tercero de la saga es Argenis; el hombre fuerte de la gobernación de Barinas. Se define como un “pequeño productor agropecuario desde hace 18 años”, aunque militantes de su propio partido lo denuncian como latifundista. Cuando el maestro Hugo de los Reyes sufrió su primer infarto por culpa de los nervios, fue delegando en Argenis. Para él fue inventado un cargo que no existe en ningún otro estado del país: secretario de Estado de la Gobernación. Los vecinos de Barinas bromean: “En el mundo sólo hay dos secretarios de Estado: Condoleezza Rice y Argenis Chávez”.
Adelis Chávez es el único de los seis hermanos que nunca se ha involucrado directamente en política. Prefirió ser banquero. Se licenció en Administración de Empresas y actualmente es vicepresidente de la entidad Sofitasa. Él maneja la parte financiera de Barinas.
A Adelis no le gusta figurar. Cuando se metió en el Gobierno fue como vicepresidente ejecutivo de la Copa América 2007 que, según algunas denuncias, fue “una de las cosas más onerosas” de la historia de Venezuela. En Barinas sólo se jugó un partido: EE.UU. contra Paraguay. Y encima de día, porque la obra de iluminación no estaba aún hecha. La remodelación del estadio costó 140 millones de dólares, con un sobreprecio de 35 millones. Ése fue el debut de Adelis. Hugo de los Reyes, presidente honorario del Comité de Trabajo Local de la Copa América, y el secretario de Estado de Barinas, Argenis, también aparecen involucrados en estas supuestas irregularidades. La denuncia, obviamente, nunca prosperó.
Narciso Chávez, apodado Nacho, es el hermano incómodo de la familia. En 1999, la prensa regional reseñó las primeras imputaciones en su contra por presunto tráfico de influencias. Profesor de inglés –vivió en Ohio cinco años– reconoció entonces la asignación de contratos a particulares: “Para evitar que se nos cuelen los adecos –Acción Democrática, partido opositor–, nosotros postulamos a los candidatos”.
Con el fin de que los escándalos no salpicaran su popularidad, Hugo Chávez hizo lo que acostumbra con sus camaradas incómodos: asignarle una Embajada, en este caso la de Canadá. Nacho fue trasladado posteriormente a Cuba, donde fue agregado comercial. En la actualidad, se encarga de las relaciones financieras entre Caracas y La Habana, valoradas en cuatro mil millones de dólares. Y aspira a obtener alguna Alcaldía en las elecciones regionales del próximo mes de noviembre.
Aníbal es el último de los hermanos. Licenciado en Historia, es el alcalde de Sabaneta de Barinas. Por amor a su pueblo natal, Hugo Chávez le pidió convertir Sabaneta en un parque temático del socialismo del siglo XXI. Todos sus proyectos han sido un fracaso. El más famoso es el Centro Azucarero Ezequiel Zamora. Seis años después de la asignación de los primeros recursos, que se estiman ya en cinco millones de dólares, sólo se ha completado el 35% de la planta. “Animaron a muchos agricultores a plantar cerca de la fábrica, y como las obras nunca se terminaron, todos han perdido sus cosechas y el dinero”, resume Gehard Cartay, gobernador de Barinas entre 1993 y 1996 por el Partido Democristiano.
El caso del Centro Genético Socialista Florentino, planificado cerca de Sabaneta para impulsar la actividad ganadera, es mucho más dramático. Las obras empezaron en 2005, cuando el Gobierno militarizó y expropió parte de La Marqueseña, una de los mayores criaderos de reses del país. De producir diariamente entre 900 y 1,500 litros de leche sin procesar, ahora sólo se obtienen entre 500 y 850, y el rebaño ha disminuido desde las 7,370 cabezas de ganado hasta las 2,100.
La indignación en el pueblo de Chávez por la corrupción alcanza límites revolucionarios. Una turba furiosa asaltó en febrero el supermercado estatal para protestar contra la escasez de alimentos. Precisamente, la leche y la carne que ya no produce La Marqueseña. “No fue la única revuelta. En lo que va de año se han producido cuatro más. En San Silvestre hubo 30 heridos hace tres semanas”, enumera Cartay.
La inflación devora los sueldos de los pobres. En 2007 alcanzó el 22.5 por ciento y está previsto que llegue al 30 por ciento este año. Luis Vicente León, director de la empresa encuestadora Datanálisis, estima que cerca de 150 mil venezolanos no poseen ingresos para cubrir la cesta básica.
Con el pasar de los años, el nepotismo de la familia Chávez alcanzó a nuevas generaciones de primos y sobrinos. Asdrúbal Chávez, primo de Hugo, es el vicepresidente de Petróleos de Venezuela, el gigante estatal que maneja los ingresos del quinto mayor exportador de crudo del mundo. Su sobrino Cléber, el hijo de Narciso y uno de los nietos favoritos de doña Elena, es el encargado de los programas sociales de Barinas. Un hijo de Adán, Enzo, se quedó en Cuba para dirigir la refinería de Cienfuegos, donde se invirtieron cinco mil millones de dólares para procesar parte de los 100 mil barriles diarios de petróleo que Caracas envía a La Habana.
La corrupción causa malestar hasta dentro del mismo chavismo. En 2004, meses antes de las últimas elecciones regionales, aparecieron pintadas contra la gestión del maestro Chávez. “¡Viejo, ya basta, retírate! Firmado: Movimiento V República”, la formación con la que el caudillo venezolano ganó la presidencia en 1998. Estos inconformes fueron a Caracas para solicitar una consulta interna que decidiera el candidato a la gobernación de Barinas. El asunto fue despachado rápidamente por el Jefe de Estado. Su padre era el candidato y punto.
Algunos chavistas encabezados por el ex ministro del Interior, Pedro Carreño; el alcalde de Barinas, Julio César Reyes; y el diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela, Willmer Azuaje, quieren echar a los Chávez del poder regional.
Azuaje, quien durante 10 años fue la mano derecha de Adán, ha consignado ante la comisión de control de la Asamblea Nacional denuncias por la adquisición de estos terrenos: según él, los Chávez han adquirido en total 40 mil hectáreas.
Lo mejor de ser vecino de los Chávez, explican los habitantes de la zona, es que las carreteras que llegan a las haciendas se asfaltan en un tiempo récord. Lo mismo ocurre con el servicio de electricidad o con la canalización de aguas negras.
“Los hermanos míos que están siendo acusados de que compraron no sé cuántas haciendas, que salgan ellos a defenderse... que den la cara”, afirmó Hugo Chávez en su programa Aló Presidente. Harto de todas estas acusaciones, está decidido a sacar a Argenis de la gobernación.
A finales del año pasado, Hugo Chávez explotó en medio de una fiesta familiar que se celebraba en la finca paterna de La Chavera. Cuentan algunos testigos que el mandatario cargó furibundo contra un todoterreno Hummer de color amarillo, propiedad de Argenis, que destrozó con un bate de beisbol. “¡Ser rico es malo!”, afirma el líder bolivariano en sus largos discursos políticos, mientras critica el feroz capitalismo estadounidense, y alaba el socialismo cubano. ¿Contrariado por la realidad familiar?
“El carácter de los padres es un espejo de sus hijos mayores. Adán es ensimismado, tímido, retraído. Hugo era todo lo contrario, una persona muy abierta, dicharachero, conversador, lo que en Barinas se conoce como un hacedor de amigos. Siempre estaba tocando el cuatro –instrumento popular del Llano–. Son dos personalidades totalmente distintas”, comentó Jiménez, quien fue vicepresidente de la Asamblea Nacional en 2002 y ahora milita en el opositor Un Nuevo Tiempo.